Llevo un tiempo dando vueltas a un relato que encontré en internet, titulado: «Los secretos de la felicidad», uno de los puntos del artículo decía: «Mis pensamientos son los que me hacen sentir feliz o desgraciado, no mis circunstancias. Cuando me paro a pensar sobre la idea que transmite la frase, me doy cuenta de que es así. En respuesta a un comentario que he visto hace un momento en una red social, dije que, en esta vida lo importante es la felicidad y no el éxito. Personas felices yo no he visto suicidarse ninguna, con éxito lo hacen todos los días. El cuerpo tiene el poder que tenga, no lo niego. Cuando una persona tiene un dolor fuerte, el que sea, es difícil concentrarse y ponerse a reír, pero lo contrario, estar bien y ponernos a pensar que no es así, encontrarnos mal con la excusa que sea, eso está a la orden del día. Cuantas personas en este «mundo desarrollado», que son el icono del éxito porque parecen tenerlo todo: salud, dinero, etc, acaban sus días suicidándose porque no encuentran motivos para seguir viviendo. Bajo mi modesta opinión, disponían de salud y dinero, y, si tenían tanto éxito en la sociedad, es porque hacían cosas que gustaban tanto a quienes los admiraban: vestidos con ropas de lujo, joyas, viajan mucho, y sin embargo, se suicidan. Seguro que tuvieron momentos felices haciendo esta misma vida que luego les echó a perder al darles por pensar en otras malas cosas, y llegaron a donde llegaron. Conocemos también lo contrario, personas que disponen de lo justo para vivir: un sueldo modesto que les da lo justo para pagar los gastos de comida, vestido, los de la casa y poco más, y, sin embargo, son felices. No es una utopía, es cuestión de adoptar en la vida una actitud positiva que consiste en lo que dijo mi admirado Sr. Lev Tolstoi: «La felicidad radica en querer lo que se tiene, sin ambicionar lo que no se tiene». Tan sencillo como eso. Pero suele ocurrir lo contrario, soñamos con tener una cosa y, cuando la conseguimos ya no estamos conformes porque deseamos otra, y no porque la necesitemos, la tiene un conocido y no queremos ser menos; y si no es esta la causa, es otra parecida. Dicho esto, puedo decir con conocimiento de causa que, a veces, lo que hacemos en la vida es acumular, y después, ni sabemos lo que tenemos, ni tampoco disfrutamos de ello. Dicho esto, ya sí se puede decir que nuestros pensamientos son los que condicionan nuestra vida. Si somos capaces de controlar nuestra mente, hacer que piense en positivo, seremos felices. Y, ¿cómo se consigue esto? Olvidándonos de nosotros mismos. «El egoísmo es la raíz de todos los males». La persona egoísta es un ser que como he dicho antes, no está a gusto con lo que tiene y desea más, incluso lo que es de otros. En cambio, las personas desprendidas se conforman con cualquier cosa y no les cuesta desprenderse de lo que tienen para hacer felices a los demás. No caigamos en el juego que nos tiende el maligno, el del inconformismo, que nos hace estar a disgusto con todos y en todo, pasar todo tipo de malos momentos porque la mente está ocupada con pensamientos que ni nos dejan estar alegres a nosotros, ni alegrar a los demás. sentir mal con los demás y con nosotros mismos.